A continuación compartimos con Ustedes el comentario de un amigo de esta Asociación, y testigo directo de los acontecimientos recién acaecidos en la urbe de hierro.
'El sector financiero està en crisis, por decir lo menos.
Se desploman los mercados.
La administración de George W.
Bush
se ve obligada a rescatar a
Fannie Mae y
Freddie Mac, las dos
empresas auspiciadas por el gobierno que controlan o garantizan una
buena parte del mercado inmobiliario de ese país, y que asciende (según
algunos cálculos) a la friolera de DOCE TRILLONES DE DÖLARES, versión
americana. El venerable banco
Lehman Brothers gestiona su bancarrota,
la gigante de los seguros
AIG se acerca peligrosamente al colapso y
Merrill
Lynch apenas escapa a esta suerte al ser adquirido por
Bank of
America, a razón de 50 mil millones de dólares. Otras instituciones financieras permanecen en la cuerda floja.
Esta semana ha sido la peor para Wall Street desde la
Gran Depresión de 1929.
Para los que no entienden de estas cuestiones, ahí les va una
aproximación descriptiva. Hace algunas décadas, si Usted quería comprar
una casa, lo más factible era recurrir a una institución financiera de su localidad. Si
su hipoteca equivalía a menos del triple de sus ingresos anuales y
también gozaba de un buen historial crediticio, entonces el banco
procedía a prestarle dinero, mismo que Usted se comprometía a
pagar: como intereses y parte de la suerte principal mensualmente, y durante
treinta años.
Fue entonces que a los genios de Wall Street se les ocurrió una gran
idea, a saber: comprar todas las hipotecas de los bancos, sindicar
algunas miles de ellas en instrumentos denominados Obligaciones de
Deuda Colateralizada (o
CDO's, por sus siglas en inglés), y venderlas
como acciones. El propietario de cada acción obtendría una proporción
prorateada de los pagos mensuales de la hipoteca, análogos a los
obtenidos por los tenedores de bonos.
¿Y
qué sucedió después? Que pareció tan bueno este concepto, que prácticamente
todas las hipotecas fueron vendidas y reempaquetadas como acciones. No
pasó mucho tiempo antes de que los bancos se dieran cuenta de que
podían extender hipotecas equivalentes a cinco, seis o hasta ocho veces
el valor de los ingresos anuales de los compradores, o de que incluso
se podrían vender sin problemas a personas con pésimos historiales de
crédito. En el peor de los casos, estas compromisos de paja se trasladaban a otros ámbitos, y dejaban de ser para los bancos emisores un tremendo dolor de cabeza...cálculo que se cumplió al pie de la letra cuando fueron Lehman, Merrill y muchos otros bancos de inversión
los compradores de miles de millones de dólares en hipotecas impagables. Resultado: nadie en su sano juicio se animó a invertir
en acciones basura, razón principal del hundimiento del armatoste especulativo que
tanto sedujo a sus principales promotores, o mercaderes de ilusiones.
Se preguntarán cuáles serán las consecuencias políticas y electorales para los Estados Unidos y el mundo, después de que el Dow Jones perdió hoy quinientos puntos.
Las
conclusiones a estas alturas son impredecibles, pero a juzgar
por las reacciones de los protagonistas en este drama,
podemos anticipar que Bush de plano
tratará de escurrir el bulto. Sus secuaces republicanos dirán que las quiebras son un
desenlace desafortunado pero esencial del sistema de mercados que nos
gobierna. Incluso sostendrán que al final del día, estos sacudimientos constituyen un sano y necesario correctivo que tenderá a evitar
situaciones similares en el futuro.
Ante la eventualidad de que
millones de inocentes propietarios pierdan sus casas, y que a un sinnúmero de pequeños
inversionistas se les esfumen sus ahorros merced a la codicia de una caterva de banqueros carentes del menor escrúpulo, los demócratas probablemente se pronunciarán por la efectiva regulación del actual cochinero, pues para
eso -y no otra cosa- deberían de servir los gobiernos eficientes.
SIn embargo, ante la enorme incertidumbre en que vivimos y para nuestra desventura, nada está escrito...'