Con anterioridad hablábamos de la posibilidad que existe en países con acciones colectivas, de emprender medidas judiciales en contra de quienes no cuidan el interés público, y someten a los ciudadanos a peligros en contra de su salud y la calidad de vida.
Desgraciadamente, y como podemos constatarlo a diario en México, también tenemos empresas -NO TODAS, aclaramos por enésima vez, para que no se diga que la sociedad civil organizada pregona un maniqueísmo de caricatura que sólo existe en la mente de los que justifican al inmovilismo porque sólo a ellos les conviene, y que bajo ningún motivo quieren que proyectos que fortalezcan a la ciudadanía realmente avancen- a las que el entorno favorable con ayuda de los cuates (y una regulación capturada o de mentiritas), permite actuar a su antojo y sin ninguna posibilidad de que se modifique su comportamiento en ausencia de un marco legal efectivo que limite sus excesos y omisiones.
Halliburton es un emporio que encabezó alguna vez por el ex-vicepresidente Dick Cheney, y que ha hecho del abuso sistemático (gracias a sus estrechos vínculos con la cúpula bushista), su única estrategia empresarial. Alguna vez se escribirá la verdadera crónica de sus relaciones con el poder económico y político en los Estados Unidos. No pretendemos fatigar este tema, pero sí queremos compartir una liga en inglés que revela cómo los soldados del ejército norteamericano en Irak bebían agua contaminada con materia fecal, porque así lo dispuso Halliburton a pesar de que sus empleados alertaron a la dirección de la misma, e hicieron circular correos criticando la medida. Medida que, desde el punto de vista de este descomunal consorcio, era la que más ganancias le ofrecía.
¿Y a poco en México no hay ALGUNOS MALOS empresarios que actúan de la misma manera, precisamente porque la autoridad lo permite? Sabemos también que lo hacen porque no hay castigo que los obligue a cambiar su comportamiento. Nos hemos cansado de decirlo: en países latinoamericanos donde las acciones colectivas son moneda corriente, los proveedores inescrupulosos dejan de serlo porque saben que los costos y castigos son de consideración, y se premia al que hace las cosas bien. Así de sencillo, no se requiere de mayor ciencia. Se produce un círculo virtuoso que deveras promueve la competencia y el incremento en niveles de buen servicio, aspiración imposible de lograr en este país copado por monopolios y oligarcas en todas las áreas de nuestra vida que deberían ir abriéndose a los cambios.
No hay que seguir creyendo que nuestros problemas se resuelven con palabras bonitas y leyes impecablemenyte redactadas. Se necesita voluntad e imaginación para superar nuestros rezagos, no más de lo mismo.
Comentarios
Puedes seguir esta conversación suscribiéndote a la fuente de comentarios de esta entrada.