No puedo no ir a votar. Y tampoco me siento conforme con la idea de anular el voto, no me convence. Me dispongo mejor a votar de otra manera. Las elecciones en las que he participado han sido prácticamente todas de definición de régimen. En el 88 estaba en juego la posibilidad de ganarle o de menos darle un buen susto a la imbatible y tramposa maquinaria priísta. En 94, 97 y 2000 fue lo mismo, había que romper el monopolio del PRI. Las motivaciones eran de gran calado: alternancia, transición, pluralidad; las expectativas también. La elección de 2006 no fue la excepción, había que elegir entre dos formas muy distintas de gobernar, entre dos visiones de México y de su futuro. En la mayoría de las viejas democracias sólo una vez cada 20 o 30 años hay elecciones de ese tipo, el resto del tiempo son asuntos mucho menos trascendentes los que están en juego. Creo que nosotros también debemos aprender a votar en situaciones menos definitorias, ser sencillamente más pragmáticos. Por eso, he decidido votar por el candidato a diputado federal que se comprometa públicamente a votar a favor de ciertas medidas que según la opinión compartida de muchos especialistas son esenciales para mejorar nuestra democracia.
Esta es la lista:
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Votar a favor de la reelección inmediata de legisladores. (Con el objetivo de premiar o castigar a un diputado según su desempeño)
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Votar por una reforma que impida que los diputados se aumenten sueldos o se exenten de pagar impuestos. (Podrán aumentar los sueldos de los próximos diputados y pagarán como el resto de los mexicanos)
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Votar a favor de las candidaturas independientes.
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Votar por reducir significativamente el dinero público destinado a las campañas y al financiamiento ordinario de los partidos.
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Votar por que se puedan presentar acciones colectivas ante los tribunales. (Que la sociedad se pueda organizar y pueda denunciar en grupo y no como ahora, sólo de forma individual)
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Votar una ley que le dé autonomía a la Auditoría Superior de la Federación. (Es indispensable que el órgano que controla los gastos deje de depender de los mismos legisladores)
Esta lista no es exhaustiva y sólo pretende que ellos y nosotros estemos en una relativa igualdad de circunstancias.
El límite a mi pragmatismo es que jamás voy a votar por alguien que esté a favor de la pena de muerte ni dispuesto a limitar los derechos de las mujeres a decidir sobre su vida reproductiva. A reserva de estos dos temas, me dispongo a votar por primera vez de forma minimalista.
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