
Después de una guerra de baja intensidad en el Poder Legislativo estadounidense (no exenta de intentonas de descarrilamiento por parte de los principales causantes de la crisis bancaria global del año pasado: a saber, la banca y sus cabilderos), al fin fue creada la Agencia de Protección Financiera para el Consumidor en ese país, a más de un año de la crisis financiera que azotó al mundo, y que fue sin duda la más grave desde tiempos de la Gran Depresión en 1929.
No bastaron las abiertas diferencias entre Ben Bernanke, titular de la Reserva Federal y Timothy Geithner, actual Secretario del Tesoro, ni las falsas, parciales e interesadas voces de alarma por parte de personalidades ultraconservadoras (quienes automáticamente reniegan de toda acción gubernamentales destinada a la protección de la sociedad). La Iniciativa libró todos los obstáculos, aunque los sospechosos de siempre sí lograron diluir algunos de sus principales alcances en el camino.
Para muestra, bastan algunos ejemplos. Los 50 estados de la Unión Americana vieron limitada su esfera de acción, al establecerse que fuera la Oficina federal del Contralor de la Moneda (OCC, por sus siglas en inglés), la única facultada para anular los efectos de leyes locales a favor del consumidor financiero. Victoria obtenida a sangre y fuego por un sector bancario que no tolera que las autoridades defiendan el interés público ante el embate de empresas voraces y acostumbradas a esquilmar a millones de usuarios inermes, a los que la Administración de George Bush (2001-2009) se cuidó de dejar en la más absoluta indefensión. Podría decirse que la protección a los millones de sujetos de crédito en los Estados Unidos, se ve restringida en los hechos, a pesar de las presuntas intenciones del Presidente Obama y legisladores afines.
Otras enmiendas liberan a la inmensa mayoría de los bancos del escrutinio pleno por parte de la Agencia; también limitan la protección debida a los estudiantes que gestionan préstamos escolares ofrecidos por instituciones de educación privada, y permiten toda clase de abusos por parte de agencias de coches, junto con otras perlas por el estilo.
Sin embargo, y al final del día, la creación y consolidación de esta Agencia deberá constituir un ejemplo para países como el nuestro, donde persisten atrasos y desigualdades intolerables en ámbitos como el financiero.
Veremos si el discurso de la globalización parcial que tanto pregona la clase político-empresarial mexicana, alcanza para modificar radicalmente y a favor de los Consumidores a la inoperante Condusef (presidida por la versión más acabada del lobo encargado de defender a las gallinas, de nombre Luis Pazos), y se empiezan a dar los cambios que el país necesita para superar de una buena vez nuestros rezagos actuales.
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