
29 de julio de 2013. Sí, tras un paréntesis para tomar un breve descanso en el paradisiaco Akumal, Q.Roo, hoy propiedad casi exclusiva de extranjeros instalados en la playa con sendas mansiones al amparo de su fideicomiso, gritándote “get out of my private property” por que pisé un metro de “su” arena procurando no molestar a una bellísima tortuga gigante que desovaba a las 11 de la noche y cuyo institnto materno me cautivó y mantuvo pisando un caminito de “propiedad” de una extranjera histérica que solo le faltó correr a la tortuga, héme aquí de regreso a la no menos conflictiva ciudad capital para encontrarme con tantas noticias que afectan a consumidores y ciudadanos por igual.
Haré una reseña desde mi lente personal. Primero, me encontré un D.F. Vacío, pocos peatones, poco ruido, en calles, colonias y avenidas, verde y hermoso por las lluvias, pero lleno de historias de robos domiciliarios en el poniente de la ciudad, entre otros males. Noté también una serie de camioncitos como “julias” de la policía capitalina con sendas mantas que dicen operación hogar seguro. Cierra bien tu puerta si viajas....” De arriba a abajo patrullan calles en colonias como la que yo habito, de paso checan quién sale y quién entra de su casa y hasta creen que con eso ya hay seguridad, bajo la creencia de que no habrá ladrón que no se intimide por la manta y el camionicto policiaco a la mexicana. Los sábados por la tarde son especialmente peligrosos, salen muchas familias aunque sea al cine, al parque -si encuentran uno- o a la tienda. Regresaba de uno de esos sábados soleados en un vivero cuando me encuentro la puerta, más bien un pórtón de 3 metros de mi vecina destrozado a hachazos, la pared de concreto hecha pedazos y su casa violada y robada. La patrulla acababa de verme salir, me decía. Solo salí dos horas y todos los candados los cortaron. Pero eso sí, la julia sigue pasando con su manta de hogar seguro en el verano.... mientras tanto ADT feliz haciendo su julio y agosto con la inseguridad capitalina y jugosos contratos a 3 años que te incluyen hasta servicios de plomería, carpintería y talachas necesítelos o no bajo el disfraz de un mes gratis. Sí, Coca-Cola no es la única que engaña en su publicidad, queridos consumidores.
Pero hay otra forma de inseguridad quizá más perversa y más astuta, me refiero a la inseguridad generalizada que puede gestarse si cada vez que haces una compra en línea algo malo sucede. No mer refiero al robo de identidad, o a un cargo excesivo en tu tarjeta, no. Me refiero a qué pasará si cada vez que reservas un boleto de avión por ejemplo y lo pagas en línea y te confirman la venta y el boleto electrónico, llegases al aeropuerto a tomar tu vuelo y oops, qué pena cancelamos su boleto ayer por que nos dimos cuenta que su tarjeta, con la que pagó hace dos meses, se reportó robada ayer y entonces cancelamos su asiento aunque aqui tenemos el monto pagado que nos jineteamos dos meses pero que le juramos devolverle mañána. ¿Sería un caos de fraudes no? Una desconfianza total en los portales de las aerolíneas o de las vendedoras mayoristas de boletos y reservaciones de hoteles si hiciesen esto sin avisarte Oportunamente no? Pues no me lo van a creer, pero esto lo hizo así, tal cual AEROMÉXICO.
Un pasajero que nos consultó resulta que compró su boleto redondo a Madrid para el que ahorró un año, a través de una empresa en línea, mayorista, ONE TRAVEL. El boleto, confirmado, aparecía tanto en One Travel como en Aeromexico como en orden, normal, pagado etc. El boleto lo compró el pasajero en abril y One Travel le pagó los $2600 dolares que costó, a Aeroméxico. Un día antes de partir, el pasajero, feliz intentó imprimir su pase de abordar en línea, y ¡sorpresa! No pudo. Si bien su nombre sí aparecía en ese vuelo, algo impedía imprimir el pase. Alconsumidor lo asistió hablando a Aeromexico y a One Travel. One Travel, amables, y eficientes no daban crédito. En efecto, el pasajero aparecía como confirmado pero al preguntar por teléfono a un agente de Aeroméxico qué problema había, éste respondió que ese día, dos meses después de la compra , la aerolínea decidió cancelar ese boleto sin avisar a nadie, sin reembolsar los $2600 sino después de la fecha del vuelo por un supuesto aviso de robo de la tarjeta de crédito, lo cual no es posible porque el boleto ya había sido pagado dos meses antes.
El pasajero al cotizar otro asiento en el mismo vuelo se percató que Aeromexico se lo vendía a más de $80,000. Sí, leyeron bien, ochenta mil pesos con lo cual tuvo que posponer y rearreglar su viaje, hoteles, trenes con pérdidas cuantiosas. Más allá del caso particular, el caso es grave por que de ser una práctica, pone en riesgo todo el sistema de comercio electrónico, al colocar en una situación de incertidumbre, desconfianza e indefensión a viajeros que teniendo cuidado, número de boleto confirmado, habiendo pagado en línea, etc., se quedan sin viajar y sin dinero. Esto ralla en el territorio del fraude y es gravisimo. Por lo pronto el propio mayorista, ONE TRAVEL, quien vendió el boleto, estaba tan preocupado e indignado que considerarán eliminar a Aeroméxico de su portal pues no se puede jugar así con la confianza, patrimonio y derechos de los pasajeros .
Se sembraría una desconfianza e inseguridad tales que nadie querrá hacer una reservación en línea lo cual daña a toda la industria. Los procesos de Aeroméxico son patéticos. No hay estándares, ni protocolos, ni... procesos, asi que les sugiero, tras éste y cientos de incidentes que en Alconsumidor recibimos, que busquen otras opciones para volar o lo que volará será su dinero solamente.
En su defensa, tengo que decir que un abogado del Depto. Juridico de Aeroméxico se comunicó con Alconsumidor y tienen la intención de reparar el daño del pasajero afectado que acabó volando con Delta a Europa. Veremos si asumen su responsabilidad voluntariamente, al parecer hay la disposición.
Por último, mis felicitaciones a Gabriel Bustamente, activista pro- consumidores en Perú que ha logrado impulsar a grado de dictaminación una iniciativa de ley peruana para exigir a las Aseguradoras de aquel hermoso país que en seguros de vida, haya un mecanismo para averiguar si quienes han perdido un familiar, amigo, u otra persona cercana, son beneficiarias de algún seguro de vida que haya contratado éste o un tercero.
Resulta que anualmente son millones de dólares los que las aseguradoras se embolsan por que los beneficiarios de seguros de vida no reclaman, por no saber siquiera, que lo son.
Aquí Condusef hablaba hace años de un registro similar con la confidencialidad del caso, claro, pues no vas a anunciarle al mundo entero que contrataste un seguro de vida no vaya a ser que se acelere la fecha de tu muerte, pero sí que verificada ésta, todos tengamos manera de saber si somos beneficiarios de algún seguro de vida d eun finado o finada, máxime que hoy abundan éstos cuando viajas, cuando adquieres una tarjeta de crédito, cuando adquieres una tarjeta de tienda departamental, cuando contratas un celular, etc. La reorma financiera debe proteger a los consumidores no solo a los bancos.
Sería interesante, que México siga los buenos pasos de nuestros queridos hermanos peruanos Gabriel Bustamante nos ha hecho favor de compartirnos el proyecto de ley para acabar con los seguros invisibles.
Hasta la próxima semana y ¡Caveat Emptor! Cuidado Comprador.