Fuente: El Economista
16 de octubre de 2013.
Siempre me ha llamado la atención que los bancos hayan decidido cobrar
comisiones por el uso de los servicios de banca electrónica.
A final de cuentas, la disponibilidad y el uso cada vez mayor de los servicios electrónicos ayuda a la eficiencia: evita que la gente vaya a la sucursal, lo cual a su vez reduce los costos.
Aún los bancos que cobran una comisión mensual ( a la que llaman cuota integrada de servicios) no consideran dentro de ésta algunos conceptos, como por ejemplo: transferencias electrónicas a otros bancos, servicio que tiene un costo adicional.
Lo cual es curioso, porque estos mismos bancos ofrecen un cierto número de cheques gratis, incluidos en la cuota mensual.
Por lo anterior a las personas les sale más barato escribir un cheque, que hacer una transferencia interbancaria.
Para el banco, el costo también es mayor, ya que los cheques de otros bancos que se reciben como depósito se tienen que cobrar a través de la cámara de compensación. Entre otras cosas, se verifica que tengan fondos, que la firma coincida, que el cheque no esté cancelado, etcétera.
En cambio, una transferencia electrónica no requiere ningún trámite adicional: puede quedar registrada y aplicada en unos pocos segundos, sin intervención humana.
¿No deberían los bancos incentivar las operaciones electrónicas? ¿No deberían dar incentivos a las personas que opten por recibir su estado de cuenta de manera electrónica? ¿Los que prefieran transferencias que el uso de chequeras?
Seguridad de la banca electrónica
Muchas personas todavía piensan que hacer operaciones vía Internet no es seguro.
Desde mi punto de vista, es más seguro que hacerlo con la intervención de otra persona (como, por ejemplo, el cajero del banco en sucursal, quien perfectamente puede darse cuenta del saldo que uno tiene en su cuenta bancaria y usar esta información para fines ilícitos).
Es cierto que existen vulnerabilidades, como en todo, pero sin duda la causa más frecuente de los fraudes somos nosotros mismos, quienes no tomamos precauciones básicas.
La mayoría de personas no utiliza contraseñas seguras: combinación de mayúsculas, minúsculas, números y símbolos. Por el contario, muchos usan el nombre del perro, del hijo o de la esposa, como el password para acceder a información tan sensible como nuestras cuentas bancarias.
Muchos utilizan la misma contraseña para entrar al correo electrónico, a las redes sociales, a la computadora de la oficina o a su cuenta bancaria, lo cual los hace más vulnerables porque quien adivine u obtenga nuestra contraseña de alguna forma, podrá acceder sin limitaciones a nuestra información.
De hecho, cualquier hacker en cuestión de minutos puede adivinar una contraseña cuando está basada en alguna palabra (leída al derecho, al revés o incluso mezclada con algunos números o letras mayúsculas).
Lo mismo sucede con el NIP para cajeros automáticos: usamos nuestra fecha de cumpleaños, aniversario o los primeros dígitos de nuestro número telefónico. Algo que es fácil de recordar, pero también de adivinar.
Finalmente, queda la ingenuidad de muchas personas quienes se alertan cuando reciben un correo de su banco diciendo que si no ingresan a su cuenta (a través de un link falso) y digitan su contraseña varias veces (incluyendo su token), la misma será cancelada y los fondos congelados. Y que caen en la trampa.
Protegerse es tan sencillo como llamar a nuestro banco o bien, ingresar de manera directa (nunca a través de un link recibido de un correo electrónico de este tipo).

A final de cuentas, la disponibilidad y el uso cada vez mayor de los servicios electrónicos ayuda a la eficiencia: evita que la gente vaya a la sucursal, lo cual a su vez reduce los costos.
Aún los bancos que cobran una comisión mensual ( a la que llaman cuota integrada de servicios) no consideran dentro de ésta algunos conceptos, como por ejemplo: transferencias electrónicas a otros bancos, servicio que tiene un costo adicional.
Lo cual es curioso, porque estos mismos bancos ofrecen un cierto número de cheques gratis, incluidos en la cuota mensual.
Por lo anterior a las personas les sale más barato escribir un cheque, que hacer una transferencia interbancaria.
Para el banco, el costo también es mayor, ya que los cheques de otros bancos que se reciben como depósito se tienen que cobrar a través de la cámara de compensación. Entre otras cosas, se verifica que tengan fondos, que la firma coincida, que el cheque no esté cancelado, etcétera.
En cambio, una transferencia electrónica no requiere ningún trámite adicional: puede quedar registrada y aplicada en unos pocos segundos, sin intervención humana.
¿No deberían los bancos incentivar las operaciones electrónicas? ¿No deberían dar incentivos a las personas que opten por recibir su estado de cuenta de manera electrónica? ¿Los que prefieran transferencias que el uso de chequeras?
Seguridad de la banca electrónica
Muchas personas todavía piensan que hacer operaciones vía Internet no es seguro.
Desde mi punto de vista, es más seguro que hacerlo con la intervención de otra persona (como, por ejemplo, el cajero del banco en sucursal, quien perfectamente puede darse cuenta del saldo que uno tiene en su cuenta bancaria y usar esta información para fines ilícitos).
Es cierto que existen vulnerabilidades, como en todo, pero sin duda la causa más frecuente de los fraudes somos nosotros mismos, quienes no tomamos precauciones básicas.
La mayoría de personas no utiliza contraseñas seguras: combinación de mayúsculas, minúsculas, números y símbolos. Por el contario, muchos usan el nombre del perro, del hijo o de la esposa, como el password para acceder a información tan sensible como nuestras cuentas bancarias.
Muchos utilizan la misma contraseña para entrar al correo electrónico, a las redes sociales, a la computadora de la oficina o a su cuenta bancaria, lo cual los hace más vulnerables porque quien adivine u obtenga nuestra contraseña de alguna forma, podrá acceder sin limitaciones a nuestra información.
De hecho, cualquier hacker en cuestión de minutos puede adivinar una contraseña cuando está basada en alguna palabra (leída al derecho, al revés o incluso mezclada con algunos números o letras mayúsculas).
Lo mismo sucede con el NIP para cajeros automáticos: usamos nuestra fecha de cumpleaños, aniversario o los primeros dígitos de nuestro número telefónico. Algo que es fácil de recordar, pero también de adivinar.
Finalmente, queda la ingenuidad de muchas personas quienes se alertan cuando reciben un correo de su banco diciendo que si no ingresan a su cuenta (a través de un link falso) y digitan su contraseña varias veces (incluyendo su token), la misma será cancelada y los fondos congelados. Y que caen en la trampa.
Protegerse es tan sencillo como llamar a nuestro banco o bien, ingresar de manera directa (nunca a través de un link recibido de un correo electrónico de este tipo).
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