Fuente: El Economista
30 de junio de 2014 — En nuestro país, la gente ha utilizado mucho más la tarjeta de débito para sacar dinero del cajero automático que para hacer compras en comercios afiliados. Es por ello que ha existido una amplia promoción de los bancos para que el público las utilice también para sus compras cotidianas, lo que ya se ha logrado en una buena parte de la población.
La mayoría de los clientes que utilizan su tarjeta de débito en comercios lo hace por seguridad (no tener que portar efectivo) o por la paz mental que significa pagar las compras con sus propios recursos en lugar de endeudarse. Sin embargo, existimos personas que vemos las cosas del lado opuesto, usamos las tarjetas de crédito por el colchón que da la oportunidad de utilizar el dinero de otro durante el tiempo en el que se realiza la compra hasta el momento cuando se paga el saldo total marcado en el estado de cuenta.
Hasta hace poco tiempo, los expertos en finanzas personales estaban firmemente de este lado; nadie podía creer cómo la gente prefería utilizar una tarjeta de débito para pagar algo de forma inmediata, cuando podían utilizar una tarjeta de crédito y pagarlo hasta dentro de mes y medio, tiempo durante el cual nuestro dinero seguiría ganando intereses para nosotros. No obstante, otros expertos se han movido dentro del campo del débito, por razones psicológicas más que financieras.
Como muchas decisiones financieras que tomamos, elegir usar una tarjeta de débito en lugar de una tarjeta de crédito tiene que ver más con nuestro sentimiento hacia nuestro dinero (no tener deudas, comprar con nuestros propios recursos disponibles en el momento) que con razones de otro tipo. Desde luego, las tarjetas de crédito tienen mucho más sentido desde el punto de vista económico, pero desde el punto de vista del individuo las cosas suelen ser diferentes.
RIESGOS CON LAS TARJETAS DE DÉBITO
Muchas personas utilizan sus tarjetas de débito porque tratan de gastar menos y vivir una vida menos complicada; tratan de utilizarla para compras importantes, aunque sólo pueden hacerlo dentro del límite por disposición en comercios que por seguridad han establecido los bancos. Sin embargo, hasta quienes aman utilizarlas deben tomar en cuenta algunos puntos negativos de las mismas, concernientes a su seguridad.
Con las tarjetas de débito, en cualquier operación el dinero sale directamente de nuestra cuenta bancaria al momento de la compra. Por lo tanto, en caso de que nuestro plástico sea clonado o utilizado indebidamente por otra persona, tendremos una afectación directa hasta que podamos realizar la aclaración correspondiente. Por la disposición indebida de nuestro dinero, se podría generar algún cheque devuelto por falta de fondos, con la consiguiente comisión y penalizaciones. Con una tarjeta de crédito, cuando ésta es utilizada indebidamente o clonada, por lo general los bancos congelan ese monto en aclaración hasta que el asunto se haya finiquitado.
Además, la protección extra que ofrecen las tarjetas de crédito puede ser valiosa. Algunas ofrecen garantía extendida por los productos que compramos con ellas, otras facilitan transacciones mediante su servicio de atención a clientes.
Pero las tarjetas de crédito deben manejarse con mucho cuidado y para gozar de todos sus beneficios y de esta protección extra, debemos ser capaces de pagar el saldo completo cada mes, con el fin de no generar altos intereses en contra.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Nosotros y nadie más podemos decidir qué es lo que más nos conviene. Si prefiere seguir utilizando en mayor medida las tarjetas de débito para compras cotidianas, ¡adelante! Sólo tome todas las precauciones posibles para evitar cualquier mal manejo.
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