Alguien abordó un camión en Reforma a la altura de las Lomas de Chapultepec, y con dirección a la Villa. Pagó el pasaje, y el chofer (quien seguramente venía encarrerado, disputándose la clientela con sus compañeros rivales) decidió zigzagear enloquecidamente entre el tráfico, sin la menor consideración para las decenas de usuarios que atiborraban la unidad en ese momento.
Reclamar individualmente: solicitar que bajara la velocidad y que pensara esta persona en el bienestar de sus pasajeros inermes es tarea más que imposible. Por ese motivo, nuestro anónimo pasajero recurrió al expediente nada fácil de llamar a Locatel (5658-1111), para reportar al conductor del autobús (Monte de las Cruces, placas 0021886, sin identificación visible pero que laboraba el día de hoy: 7 de mayo, al mediodía, en la unidad número 619).
Se llamó cuatro veces sin éxito de un teléfono celular. La quinta intentona fue exitosa. Tras haber sido atendido por el operador 6089, después de cuatro minutos veinte segundos de anuncios intercalados, la llamada fue transferida al área correspondiente, donde la operadora 6089 solicitó nombre completo, dirección y teléfonos del quejoso (nótese que en ningún momento proporcionaron ellos sus datos, 'por políticas internas del Gobierno del Distrito Federal'). Qué uso se le daría a la información proporcionada de buena fe y sin inventar nombres ni datos asociados, es un enigma.
Transcurrieron catorce minutos cuarenta y cinco segundos adicionales, donde -por cierto- la operadora solicitó de muy mala manera que la persona que reportaba 'le bajara la voz y dejara de estarle gritando' (cosa que por otro lado nunca sucedió, pero así son estos trámites: uno tiene siempre que adoptar un tono de abyecta sumisión para que le empiecen a hacer caso). Al fin se generó un número de folio (el 27131), y se compartieron los teléfonos de Setravi donde uno por necesidad tiene que darle seguimiento a la queja: no la autoridad competente: 5208-4106 y 5209-9911, ext 1140.
En total la llamada tuvo una duración total de dieciocho minutos, cinco segundos.
También se habló a Setravi, donde un empleado de área (el primero que dió su nombre, por cierto), confirmó que efectivamente en esos números podría rastrearse la queja. Duración de esta llamada: 1.33 minutos.
Casi veinte minutos pasaron antes de que se diera por terminado el engorroso proceso, alguien tiene información personal de un ciudadano común y corriente que quiso reportar un problema, que aqueja a innumerables usuarios del horripilante transporte colectivo en el DF, los siete días de la semana. Las veinticuatro horas de todos los días de todos los años. Tratar de hacer las cosas bien tiene un costo que muy pocas personas están dispuestas a pagar. Es casi un lujo, una churrigueresca pérdida de tiempo y esfuerzo.
Y lo más importante del caso: ¿deveras alguien se va a tomar la molestia de sancionar, o siquiera llamarle la atención a este cafre igualmente anónimo, de cuya "pericia" dependen miles de vidas que no se merecen un sistema de transporte de ínfima calidad, tal y como lo tenemos ahora en México? ¿De quién depende constatar que por lo menos en el caso que nos ocupa, y 'para taparle el ojo al macho', se haga algún mínimo de justicia?
Preguntas profundamente insondables. Habrá que seguirle la pista al asunto.